Queridos parroquianos de Nuestra Señora de Fátima:
Después de investigarlo un poco más, tendremos que limitar nuestras Misas a aproximadamente 60 personas para poder cumplir con los 6 pies de separación requeridos por las autoridades. Les recomiendo que vengan temprano y de antemano les pido disculpas si tenemos que informarles que no pueden entrar a la Misa porque llegamos a nuestra capacidad.
Por favor, tomen nota de que les sugiero que tengan precaución a las personas con alto riesgo, especialmente a los niños pequeños, y que no vengan a la iglesia por el momento. Es por su seguridad, pero también es para asegurarles un espacio a los feligreses que no están en riesgo. De nuevo: si han estado expuestos al Coronavirus, o tienen síntomas de gripe (flu), no vengan a la Misa.
Ojalá, las cosas regresen a la normalidad muy pronto. Los mantendré informados en lo adelante.
Tengan por seguro que están en mis oraciones, ustedes y sus seres queridos.
Padre Pablo
Mis queridos parroquianos de Nuestra Señora de Fátima,
Muchos de ustedes probablemente ya saben que reanudaremos nuestras Misas públicas durante el fin de semana del 16 y 17 de mayo, con nuestro horario normal. Sin embargo, debemos hacerlo bajo ciertas restricciones impuestas por el Obispo Taylor y nuestras autoridades civiles del Estado. Por lo tanto, déjenme compartirles algunas cuestiones para su consideración, así como pedirles su cooperación.
Primero, debemos continuar con el mandato del distanciamiento social, por lo que el Obispo Taylor nos ha dado instrucciones de limitar el acceso a la iglesia a sólo el 25% de su capacidad. Esto significa que podemos dejar entrar a aproximadamente 75 personas por cada Misa. Esto dependerá de que algunas personas llegarán acompañadas de sus familiares y se podrán sentar juntas en una banca. Yo les sugiero que lleguen a la iglesia temprano, entren por la puerta principal y colaboren con los ujieres, quienes les ofrecerán desinfectante de manos y les ayudarán a sentarse en los lugares adecuados. Si alguno de ustedes ha estado expuesto al COVID-19 o sospecha que tiene síntomas, por favor no venga a la Misa; usted tiene la dispensa del Obispo. Me da pesar saber que no podrán entrar las últimas familias, cuando hayamos llegado a nuestra capacidad máxima.
Segundo, todas las personas mayores de 10 años de edad deben usar mascarilla durante la Misa y removérsela brevemente sólo para recibir la Sagrada Comunión, la cual únicamente se puede recibir con la mano. No se permite recibirla con guantes. (El Obispo Taylor recomienda que si alguien no está interesado en recibir la Sagrada Comunión con la mano, que entonces haga una Comunión Espiritual. También aconseja que solamente los comulgantes se acerquen al Sacerdote. No habrá bendiciones.) Por favor, traigan sus propias mascarillas si las tienen. Nosotros tendremos algunas a su disposición, pero la cantidad que tenemos es limitada. Es muy probable que se nos terminen pronto.
Ustedes se darán cuenta inmediatamente, que hemos retirado todos los misales de las bancas, así como los libros de canto. Las Misas serán más cortas y no tendrán música. Si ustedes tienen misales en casa, pueden traerlos, pero no dejen nada en las bancas.
El primer fin de semana en el que reanudemos las Misas nos dirá cómo procederán las cosas en nuestra parroquia. Dependiendo de cómo nos vaya, consideraremos otras alternativas como ofrecer Misas Dominicales entre semana, Misas adicionales en español durante los sábados, etc. Ya lo iremos definiendo conforme avancemos.
Hay otras cosas para considerar: debemos continuar con el distanciamiento social al final de la Misa, por lo que los ujieres les pedirán que se retiren poco a poco, una banca a la vez, y les pedirán que vayan directamente a sus vehículos. Nuestros baños estarán limitados a una persona. Entre las Misas debemos hacer lo mejor por desinfectar la iglesia, por lo que necesitamos voluntarios que nos ayuden con la limpieza después de cada Misa. Finalmente, las Confesiones que regularmente se hacían media hora antes de cada Misa, estarán suspendidas por el momento.
Les animo a leer el documento completo del Obispo, con todas las Restricciones y Opciones de Adoración que publicó en el sitio web de la Diócesis, dolr.org, o en Facebook.
Reanudaremos nuestras Misas públicas con la paciencia, comprensión y consideración de todos. Por favor, comuníquense conmigo o con alguien de la oficina si tienen alguna preocupación o sugerencias útiles.
Suyo, en Cristo Jesús, nuestro Señor Resucitado,
Padre Pablo
Una tarde de domingo, de paseo con el Padre Finbarr
Por Rev. Paul F. Worm
El Padre John Marconi y su servidor viajamos recientemente a Irlanda, de vacaciones. Hicimos una breve peregrinación a Knock, manejamos automóvil por Kinsale, tomamos un viaje nocturno por la Península Dingle y fuimos a Misa a la Iglesia Santa María, en Innishannon. Tuvimos la compañía de otros viajeros, Kelly y Patty Shay, Jeff y Kathleen Ferro y Lori Kauffman.
Después de la Misa, fuimos invitados a conversar y tomar el té a la casa de la señora Alicia Taylor. Ese era el plan, hasta que nos encontró el Padre Finbarr.
En nuestra corta caminata, de la Iglesia a la casa de Alicia, el Padre Finbarr dio un frenazo a la par de nosotros, bajó la ventanilla de su automóvil y saludó a los visitantes que alguien le había dicho que irían a tomar el té. Aquellos que nos habíamos quedado atrás de los otros, nos presentamos y él nos contó que también vendría a visitar a Alicia.
Habiendo llegado todos a la casa de la señora y después de presentarnos, al Padre Finbarr le entró el impulso incontrolable de “llevarse a los muchachos” (así nos llamó a nosotros, sus colegas sacerdotes) para llevarnos a visitar un lugar muy bello. Nos preguntó si teníamos planes para esa tarde y nosotros respondimos un poco dudosos: “Bueno… es nuestro último día. Nuestro vuelo sale mañana”. Y él nos insistió: “Pero, entonces no tienen nada planeado para hoy en la tarde?” Entonces, le contamos que teníamos reservaciones para cenar en un restaurante en Kinsale, a las 6 de la tarde. Le preguntamos si nos podría llevar a nuestra cita después, y él respondió: “Oh, sí. Yo también tengo una cita a las 6. Alicia, ¿está bien si me llevo a los muchachos?”. La señora Alicia no puso objeción, mientras que nuestros acompañantes viajeros veían muy entretenidos todo lo que estaba sucediendo. Lo único que sí nos pidió Alicia fue que tomáramos el té nosotros tres. Así que, el Padre Finbarr, el Padre John y yo, tomamos unos deliciosos aperitivos de salmón fresco y té, antes de partir hacia nuestra aventura. Nos despedimos de nuestros acompañantes y nos subimos en el automóvil del Padre Finbarr, para ir a conocer ese bello lugar que nos quería mostrar. Después de una rápida parada para echar gasolina, nos dirigimos hacia Gougane Barra.
Fue muy agradable ser conducido por el Padre Finbarr porque el Padre John y yo no tuvimos que preocuparnos por manejar sobre la izquierda ni seguir las direcciones del GPS en su teléfono. Nos hizo felices poder relajarnos y disfrutar el viaje. ¡Y qué viaje! El conocimiento que el Padre Finbarr tiene del área, los caminos, las casas y la gente, dondequiera que estuviéramos y en cualquier momento, fue algo notable. Nos explicó que todos en su parroquia reconocen su automóvil, y por ser su pueblo, él conoce a casi todos y casi todos lo conocen a él.
Pero, esos caminos, eran mucho más estrechos que los que habíamos estado recorriendo y él iba manejando por ellos tan rápido, tocando la bocina antes de dar la vuelta en una curva muy cerrada o en alguna subida muy empinada… era como si estuviéramos en una montaña rusa. Y mientras tanto, el Padre Finbarr nos contaba historias de las familias que vivían en el área, de todos los niños que ha bautizado, del sistema escolar y las escuelas que visita cada semana –los temas de conversación parecían interminables. Ocasionalmente, veía a alguien conocido y entonces paraba, intercambiaba algunas bromas con ellos, nos presentaba y volvía a acelerar. Esas historias que nos contó de ida y de vuelta… Por supuesto, habíamos oído antes de su rol estelar como portero en su campeonato de hurling (un juego parecido al hockey). A los irlandeses les apasionan sus deportes, propios del país. Ya nos habíamos de esto cuando visitamos Dublín y Knock.
Nos detuvimos para tomarnos fotos juntos, en una gruta que estaba a un lado del camino. Tenía una pequeña corriente de agua en la que el Padre nos enseñó que la gente deja notas y fotos, pidiendo por la intercesión de sus seres queridos. Nuestra Señora de Lourdes, ruega por nosotros.
Finalmente, después de manejar un poco más, llegamos a nuestro destino. El Padre Finbarr nos explicó que en Gougane Barra se llegan a casar muchas parejas cada año, por la belleza de su paisaje y nos hizo caminar por sus jardines, para pasar tiempo en el monasterio original de San Finbarr y sus monjes. ¡Wow! Estábamos impresionados. A mí, especialmente me encantó el lago y me imaginé pescando en él. El Padre nos insistió en que camináramos hacia el hotel y la tiendita que hay en el lugar. En el camino, se encontró con un viejo amigo y a su esposa, así que como es natural en él, se quedó conversando con ellos un rato, poniéndose al día. Tomamos un pequeño refrigerio en el bar de ese hotel y en la tiendita, el Padre Finbarr nos compró unas postales. No nos dejó pagar por nada.
A nuestro regreso a Kinsale, también paramos en el lugar donde el líder irlandés, Michael Collins, fue asesinado. Visitamos la otra parroquia del Padre, San Patricio y, finalmente, completamos el paseo en su Rectoría, en Innishannon. Nos tomamos nuestro tiempo leyendo algunas noticias deportivas que estaban enmarcadas, las que narraban su jugada legendaria en aquel campeonato de hurling. Quedamos impresionados.
Por último, el Padre Finbarr nos llevó a Kinsale por una ruta alterna, que corría a lo largo de un río. Cuando llegamos a nuestra casa de alquiler, le mostré el automóvil que rentamos. Me regañó diciendo que la manera en que lo estacioné era un pecado. Pero, no creo que sea un pecado que deba confesar.
Como nos lo prometió, nos llevó de regreso justo a tiempo para nuestras reservaciones en el restaurante, 15 minutos antes! Estoy seguro que John y yo nunca olvidaremos aquella tarde agitada de paseo con nuestro nuevo amigo, el Padre Finbarr.
¡Qué maravilloso pastor el que tienen!